Un riachuelo se escapó...

Hoy tuve una visión, en ella no había nada, nada en absoluto. Sólo una huella humana en el fondo del cajón desierto de sensaciones, me senté a armar un castillo con unos legos que encontré en mis bolsillos, este castillo estaba deshecho y viejo. No tenía una bandera y el patio central se encontraba lleno de tristeza, al momento la visión ya tenía algo y era mi decadencia.

Pude ver como mis manos se oscurecían con el pasar de los minutos, convirtiendose en arena simple y sencilla. el viento rompía sobre el castillo que en su lecho asomaba lágrimas que llenaban sus fosos. Fosos llenos de mentiras e imaginación, algo tan cierto no podía mantenerse sobre la tierra, al momento la visión ya tenía más y era mis debilidades carcomiendome.

Las bases del castillo se consumieron como el día y en la noche se derrumbó, sin bandera y sin doncella. La visión se llenó de escombros y era mi descenso.

Entre sollozos y lamentos, la última piedra del castillo no se destruyó, ni siquiera fue tocada por el moho ni la estancia deplorable de mis deseos, esta piedra era tan sólida como la realidad en que fue proyectada la misma visión. Un frío silencio embargó a una pequeña figura en el piso, era un pequeño samurai que caminaba entre los escombros que formaron una montaña, con cada paso sudaba sangre y con cada descanso ahogaba su alma. No dejaba de decirse así mismo: "Primero muerto antes que muerto", no entendí el significado de las palabras que susurraba para si mismo, ignorandome como si yo no estuviese. Al llegar a la cima de esta montaña pudo ver la única piedra entera del castillo, aquella fuerte y brillante. Se acercó a ella, la miró por un instante y rompió en llanto. Este sacó su espada, la foto de su esposa y besando aquella foto se suicidó en honor a las palabras que había susurrado frente a su silencio: "Primero muerto antes que muerto".

La sangre corria por toda la montaña formando un riachuelo que se escapaba por el lado este, el lado de donde veía al samurai miniatura. Mis pies de arena se empezaron a formar de nuevo y pude levantar la mirada al Cielo. Avanzada la noche no podía decifrar lo que el pequeño samurai habia hecho ni sus palabras. La fogata que encendí se apagaba poco a poco como mis dudas; entonces escuché dentro de mí el cabalgar de un caballo negro azabache que emergió del inconciente, y que llevaba consigo a un jinete. Él era muy alto y me preguntó mi nombre, yo le dije mi verdadero nombre y no viejo charly. No podía decirle otro. Este jinete bajó del caballo y me dijo: "Sé lo que hicistes pero es tan malo como para seguir ocultandolo aqui e la nada?, no es posible esconder algo en la nada porque llega el día en que germinará y sus frutos serán tan amargos como cuando no había nada. Llevate de aqui tu pena y tu dolor, que no hay nada que hacer aqui"

Yo le pregunté: "Y el pequeño samurai? vivirá? estará con nosotros?"

Y respondió: "Él se murió, tú lo matastes cuando lo desonrastes a él y a su esposa. La sangre que formó de nuesto tu cuerpo es una solución pastosa y momentanea mientras encuentras valor para sacarlo de ahi"

Miles de preguntas llenaron mi mente pero él me hizo la más importante de todas:

"Dime tú cuanto dejarias de lado por amor?, serías capaz de llevarte el miedo de la nada? serías capaz de enfrentar al miedo como lo hizo el pequeño samurai?

Él lo enfrentó y enfretó tu miedo, tu miedo lo mató pero antes de morir por él prefirió matarse él."

Todo estaba claro... ese pequeño samurai era yo, era el llanto de mis niños gritando que regrese del miedo y me levante.

"Cometistes un error gravisimo, a ÉL no le gustan los errores pero tienes la oportunidad de llevar de nuevo a otro pequeño samurai... a su hijo. Pero para poder tenera su hijo debes honrar a su madre, para hacerlo debes llevarte la mentira de los fosos y esculpir esa piedra" - me dijo

"PORQUE ESA PIEDRA No ES CUALQUIER PIEDRA, ES LA PIEDRA ANGULAR DEL MUNDO. Y SÓLO ELLA TE LLEVARÁ AL CAMINO DONDE ENCONTRARÄS AL PEQUEÑO SAMURAI DE NUEVO..." - reclamó ante mis ojos.

Diciendo esto, levantó su mano sacó una espada con el nombre del pequeño samurai y me la dió. Maté dos conejos y me los comí, después de eso ese jinete volvió a entrar a mi inconsciente.

Caminé por la montaña alimentada con sangre, hasta la cima y vi la piedra. Aqui frente a la piedra quise descansar pero ahogaba mis pulmones con cada suspiro, entonces empecé a esculpirla y escribí en ella: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Mis venas me quemaban con la chispa que salían de la piedra al esculpirla, empecé a deshacerme y convertirme en arena de nuevo...

Pero cuando pensé que no había remedio, Alguien tomó mi nuca y me dio de beber. no era agua, no era sangre, era algo hermoso que encendía el mismo foso, consumiendo sus aguas turbias. De este foso vi salir rosas y entre ellas, la más hermosa, era la esposa del samurai. Ella me perdonó y me dió a su pequeño hijo samurai, el cual entró en mi mente y se quedó sentado hasta que partí de la nada.

Las nubes cegaban mis ojos y no podía ver el camino para memorizarlo, al poder abrir los ojos de nuevo pude verme en la mañana despertando para ir al trabajo.

Gracias por darme al samurai que soy, por darme la fuerza por seguir. Quiero seguir y quiero hacerlo contigo...


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